martes, 28 de noviembre de 2023

Pero. ¿es posible conocer la verdad?

 

     Nos guste o no, vivir implica intentar conocer el mundo; y esto es necesario porque no tenemos un guion escrito ni estamos programados. Por el contrario, constantemente tenemos que elegir qué hacer y para ajustar nuestra acción es preciso saber cómo es nuestro entorno. Otra razón podría ser que, ante las mismas situaciones, podemos dar respuestas distintas y, entonces, deberíamos preguntarnos cuál es más conveniente. Pero, nuevamente, vendría una pregunta, ¿conveniente respecto a qué? ¿a la naturaleza humana? ¿a nuestros intereses particulares? ¿a lo que consideramos justo? Responder a estas preguntas implica nuevamente un acto de conocimiento o, al menos, el intento de adquirir verdades que nos orienten. Pero, incluso, podemos buscar estos conocimientos sin intención práctica, sino por el mero hecho de querer conocer, lo que llamaríamos curiosidad pura y simple.

     En todas estas situaciones estamos presuponiendo algo, que podemos obtener certezas. Sin embargo, ¿es esto así? A lo largo de la historia de la filosofía no siempre se ha sostenido que esto sea posible. Más aún, el mismo concepto de verdad varía de unos autores a otros. 

En grandes rasgos podemos distinguir las siguientes posturas:

Dogmatismo. Entiende el conocimiento como una relación entre un sujeto que conoce y un objeto conocido en la que el sujeto cognoscente sería como un espejo donde se refleja la realidad sin sufrir alteraciones, de manera que si colocamos el mismo objeto todos los espejos tendrían la misma imagen. Eso sí, habría que asegurarse de que el espejo está limpio.  Dicho con otras palabras, según el dogmatismo, es posible obtener conocimientos universales si usamos nuestro entendimiento correctamente porque la razón (que sería el espejo) es la misma para todos. Un representante de esta postura sería Descartes (s. XVII)

Escepticismo. Esta postura, que tiene su punto de partida con Pirrón de Elis (360 a.n.es -270a.n.e), considera, por el contrario, que nada puede ser conocido con exactitud. Sin embargo, originariamente el esceptiscismo no era solo una postura epistemológica, sino también una filosofía práctica que buscaba la ataraxia o imperturbabilidad del ánimo justamente renunciando a conocer. ¿Cómo sucede esto? Pues bien, un escéptico admite los fenómenos tal como se le presentan, podría decir que tiene sed o que siente frío. Lo que no hace un escéptico (o no hacía esta escuela) es pronunciarse sobre la naturaleza de las cosas. Afirmar que tener frío es necesariamente malo o elaborar un precepto que debamos cumplir como necesariamente bueno; y es que muchas veces lo que nos aflige no es tanto lo que nos ocurre como pensar que eso es necesariamente malo por naturaleza.

     "Pues como hombre que se e afectado por los sentidos, pero al no añadir la opinión de que eso que le afecta es malo por naturaleza, padece moderadamente.

     En efecto, añadir la opinión de que algo es en así es peor incluso que el mismo sufrirlo, de la misma manera que a veces los que sufren una operación o alguna otra cosa semejante lo soportan, pero los que están presentes se desmayan por la opinión de que tiene que ser algo malo". 

                                              (Sexto Empírico Contra los matemáticos

     Relativismo. Niega que exista una verdad absoluta y universal. Por el contrario, el significado de los conceptos y lo que entendemos por verdad depende del momento histórico, cultural o personal en el que nos encontremos. Como representantes de esta postura podemos citar a los sofistas, quienes en el s. V a.n.e, sotenían  de los conceptos morales no era universal sino fruto del acuerdo. Un ejemplo de esta postura la tenemos en Aspasia o Protágoras. Este último sostuvo que "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son".

     Perspectivismo. A diferencia del escepticismo, el perspectivismo no niega la existencia de una verdad, pero esta se compone de la suma de muchas perspectivas, por lo que descubrirla es una tarea casi interminabale. Pongamos un ejemplo. En tutorías muchas veces los padres se quedan sorprendidos con la descripción que los tutores damos de vosotros. "No para de cascar", "¡Pero si en casa apenas habla!" nos contestan. ¿Cómo es en realidad nuestra alumna, como yo la conozco o como la conocen sus padres? Igual no hay que elegir. Tal vez lo que ocurre es que la vemos desde distintas perspectivas. Yo la veo como alumna, sus padres como hija y, lo que ambos conocemos es cierto. Podríamos añadir más perspectivas, como hermana, amiga, miembro de un club de balonmano... Seguramente, esa persona sea la suma de todas esas perspectivas más las que queden por descubrir, cómo es en tanto que cuñada, ingeniera...


 

      Un representante de esta postura lo tenemos en España. Se llama Ortega y Gasset. Su teoría del punto de vista venía a decir que cada uno de nosotros, pero también cada pueblo, tiene un punto de vista que es insustituible por ello su contribución a la verdad es fundamental porque lo que desde ese punto de vista puede ser desvelado no puede serlo desde ningún otro. Y la realidad es, finalmente, la suma de todos esos puntos de vista.

     Verdad como metáfora. Finalmente, en el s. XIX Friedrich Nietzsche escribe en Verdad y mentira en sentido extramoral que la palabras son metáforas que tomamos por realidad solo porque hemos olvidado su carácter metafórico. Esto quiere decir que cuando nombramos un concepto no estamos mostrando la naturaleza inalterable de las cosas. Hablamos para comunicarnos pero esto solo es posible si usamos términos generales porque, claro, no podríamos tener una palabra para cada experiencia personal. El vocabulario sería infinito. Así que lo que hacemos es cambiar esa experiencia íntima de las cosas por algo que se le parece pero que no es exactamente lo que yo he vivido. 

Por ejemplo, si yo digo que me eché la siesta bajo un árbol, seguramente los que me oigan tengan una idea aproximada de lo que he hecho. Seguramente no crean que he estado jugando al Trivial; pero aparte de eso, ¿en qué se parece lo que digo a lo que he vivido? ¿cómo fue mi sueño, largo, corto, profundo, reparador? ¿Y el árbol? ¿era un pino, un abeto, un sauce? ¿joven o viejo? ¿cómo eran sus ramas? ¿seguirán siendo las mismas mañana o se le habrán caído hojas? Nada de esto se dice en la frase que acababa de enunciar.

En definitiva, las palabras son pactos, errores inevitables que nos permiten vivir en sociedad a cambio de renunciar a la experiencia individual, única y siempre cambiante de la realidad. El problema es cuando olvidamos ese carácter metafórico y tomamos los conceptos por realidades inmutables. Esto sería un gran error, pues para Nietzsche nada hay así, permanente, en la vida.


EJERCICIO

1. Y ahora te toca a ti: Elige la postura con la que creas que más te identificas y justifica tu elección. Recuerda que puedes crear la yuya propia o combinar varias siempre que tu argumentación sea coherente.

2. Escucha esta canción de presuntos implicados y di con qué postura crees que se identifica y por qué.

https://www.youtube.com/watch?v=KJG6_gZsuIo

                                                

martes, 24 de octubre de 2023

INTRODUCCIÓN

 

 

     1. Lee el siguiente texto:

      Zuangzi y Huizi estaban paseando por el dique en el río Hao. Zuangzi exclamó: "¿Mirad cómo brincan y disfrutan esos peces plateados! ¡He aquí el verdadero deleite de los peces!"

     Huizi: "Pero no sois un pez, ¿cómo sabéis cuál es el deleite de los peces?"

     Zuangzi: "No sois yo, ¿cómo sabéis que no sé cuál es el deleite de los peces?"

     Huizi: "No soy vos y, ciertamente, no sé lo que lleváis dentro. Pero está claro que no sois un pez, por tanto no sabéis cuál es el deleite de los peces".

     Zuangzi: "Volvamos al punto de partida, si no tenéis inconveniente. Me habéis preguntado cómo sé cuál es el placer de los peces. Por tanto, si me habéis preguntado esta pregunta, es que sabíais  que yo lo sabía. Pues bien, lo sé estando aquí, a la orilla del río".

jueves, 7 de enero de 2021

NATURALEZA Y CULTURA

    Ya hemos visto la dimensión natural del hombre. Pero conocernos únicamente desde un punto de vista biológico  es conocernos muy poco, porque también y, sobre todo, somos fruto de nuestra cultura. Aunque normalmente entendemos por cultura ciertos conocimientos más o menos especializados y decimos que una persona es culta cuando sabe de música, arte o varios idiomas, su significado es mucho más amplio. Podemos definir la cultura como el conjunto de información, tradiciones, técnicas, normas y formas de vida aprendidos socialmente. Visto así, la cultura abarca casi todos los campos de nuestra vida y afecta a casi todo nuestro comportamiento. Veámoslo a través de un ejercicio.
 
Ejercicio: Cita cinco comportamientos que creas aprendidos socialmente y cinco innatos.

    Junto a estos comportamientos adquiridos, el ser humano posee otros que podríamos llamar innatos. Son los instintos. Estos pueden ser definidos como pautas de comportamiento fijas propias de cada especie, que no suelen variar a lo largo de la vida ni de individuo a individuo dentro de la misma especie. Dicho con otras palabras, visto cómo caza una leona, podemos saber cómo cazan las restantes. Pues bien, si has hecho el ejercicio, te habrás dado cuenta de que era más fácil encontrar comportamientos adquiridos que instintos en el ser humano. Sin embargo, esto no significa que el ser humano no tenga instintos o que la cultura sea algo exclusivamente humano. Lo que sucede es que en el ser humano los instintos están mezclados con elementos culturales y tampoco nos determinan con la misma fuerza que a otros mamíferos. Pongamos un ejemplo, tanto nosotros como los leones tenemos un instinto de supervivencia que nos lleva a alimentarnos. La diferencia es que nosotros, además, podemos preguntarnos con qué satisfacer nuestro apetito, cuál es el modo más ético y hacernos o no vegetarianos, podemos primar criterios estéticos y pasar siempre hambre para caber en una talla 36 e, incluso, hacer una huelga y dejar de comer hasta lograr otros objetivos que consideremos más importantes que nuestra propia vida. 
¿Os imagináis a este ser haciendo régimen?


    Pero, como decíamos, tampoco la cultura es exclusiva del ser humano. Hasta hace relativamente poco, el resto de los animales eran vistos como máquinas animadas de forma análoga al mecanismo de un reloj. Es decir, venían programados por sus instintos y ante las mismas causas reaccionaban con los mismos efectos. Hoy sabemos que esto no es así. Muchos de ellos, incluso los que no son primates, son capaces de trasmitir comportamientos socialmente.  Por ejemplo, los chimpancés aprenden el uso de diversas herramientas mediante la observación de otros chimpancés, las orcas tienen una alta capacidad para imitar que aplican en sus técnicas de caza, algunos pájaros aprenden sus cantos por imitación, etc. Sin embargo, existe una gran diferencia. La transmisión cultural del resto de los animales se realiza mediante imitación. Los humanos también aprendemos de esta forma; pero, además, usamos el lenguaje como vehículo de transmisión cultural. Gracias a él podemos transmitir información sobre objetos que no están presentes, expresar razonamientos abstractos y, no solo eso, almacenar la información de manera casi ilimitada, con lo que tampoco es necesario que el emisor y el receptor del mensaje estén presentes a la vez en el acto comunicativo. Yo, sin ir más lejos, preparo estos apuntes para que mis alumnos los lean cuando consideren oportuno (espero que no muy tarde).
    
ACTIVIDAD:

Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se formulan:

 "¿Somos esclavos de nuestros genes o nacemos con la mente en blanco, cual tabula rasa, según expresión clásica? ¿Tenemos siquiera una naturaleza los seres humanos o somos solo cultura, es decir, un producto de la Historia?
En España, según las estadísticas oficiales, las mujeres cometen un número de delitos mucho menor que los hombres -y, además, se trata por lo general de infracciones más leves-. De ghecho, el 92'6 por ciento de los presos en cárceles españolas en 2018 eran hombres. ¿Quiere eso decir que las diferencias genéticas entre sexos son responsables de buena parte del comportamiento criminal? ¿O se trata solo de una cuestión de género, es decir, de los diferentes papeles que nuestra sociedad occidental asigna a hombres y mujeres?
La respuesta de ensayistas muy actuales, como Yuval Noah Harari en 2015 (Homo Deus. Breve historia del mañana) es que, al igual que hemos heredado el gusto por lo dulce de la época en la que comíamos los frutos azucarados que produce la naturaleza, la pasión de los jóvenes varones por conducir peligrosamente, pelearse entre sí y hackear sitios de internet confidenciales nos viene de hace 70.000 años: "Un joven cazador que arriesga su vida en la caza del mamut supera a todos sus competidores gana la mano de la belleza local; y nosotros estamos ahora atascados en esos genes de macho". O sea, que la idea de determinismo genético (hasta un cierto grado) de la conducta humana no está ni mucho menos muerta, a pesar de las críticas recibidas."
            
                (Juan Luis Arsuaga. Vida, la gran historia)

1. ¿Quué problema plantea este texto respecto a la conducta humana?
2. ¿Te satisface la explicación genética para dar cuenta de los distintos índices de delincuencia entre hombres y mujeres? ¿Por qué?
3. ¿Qué opinas del determinismo genético? ¿Qué objeciones podría hacérsele? ¿En qué casos crees que ofrece una explicación valida? 



 

viernes, 15 de mayo de 2020

ÉTICAS FORMALES. LA ÉTICA KANTIANA

A lo largo de la historia de la filosofía la mayoría de las éticas propuestas han sido materiales. Estas nos decían qué es una vida buena y con qué acciones logramos alcanzar esta vida: beber con moderación, dedicarnos al estudio y al conocimiento, rodearnos de amigos...Las éticas formales, por el contrario, no hacen nada de esto, no nos señalan un bien concreto que deba ser perseguido, ni qué acciones ejecutar. En su lugar se centra en la forma de la acción. Pero ¿qué es eso de la forma? Para explicarlo nos centraremos en la ética kantiana, uno de los ejemplos más famosos de ética formal y en su obra la Fundamentación de la metafísca de las costumbres.


     Pues bien, como todo lo que hizo este genio de la filosofía, su ética fue también bastante novedosa. Kant había observado que las éticas materiales tenían una serie de importantes defectos.

     El primero era la propia definición del bien. Algunos opinan que el bien consiste en la sabiduría, otros en rodearse de amigos; pero, según Kant, no hay bien alguno que no pueda ser insertado en una secuencias de acontecimientos que no lo haga dejar de ser bueno. Por ejemplo, la inteligencia parece un bien; pero si la usamos para realizar maldades ya no es tan buena.  En otras palabras, "no hay nada bueno sin excepciones", que diría Kant. Aunque él dijo: "no hay nada bueno sin execepciones excepto una buena voluntad"; pero ya trataremos el final de la frase más adelante. De momento quedémosnos con la idea de que, según Kant, las éticas materiales están condenadas al fracaso porque es imposible señalar nada que siempre sea bueno.
     El segundo inconveniente de las éticas materiales es que están basadas en imperativos hipotéticos del tipo "si quieres B, haz A". esto parece raro; pero no hay que desesperarse. Es más fácil de entender de lo que parece a primera vista.
Un imperativo es una orden, un mandato. De hecho, el modo verbal imperativo es aquel que usamos para dar órdenes y hemos visto que la ética emplea imperativos, pues nos dicta lo que debemos hacer. Pero también hemos estudiado que las éticas materiales establecen que hay que realizar ciertas acciones porque nos acercan a lo que previamente hemos establecido como bien. Por ejemplo, si establecemos la felicidad más alta a la que podemos aspirar es a la sabiduría, uno debería estudiar; si establecemos que el bien más sublime es la unión con Dios, deberíamos respetar sus mandamientos. Es decir "Si queremos B, hacemos A". Para hacer A es necesario que se dé al hipótesis de querer B, pues realizamos ese acto y no otro porque es el medio para obtener B. Ahora bien, ¿qué ocurriría si yo quisiera ir a infierno o no aprecio la sabiduría sino la vida ociosa y placentera de mi perra?

     Claramente no parece que tuviera muchas razones para dedicarme al conocimiento.

     Kant buscaba una ética universal cuyos preceptos no estuvieran sometidos a hipótesis ni a que se dieran determinadas circunstancias particulares, sino que sintiéramos la necesidad de cumplir sus imperativos tan solo por reconocer que son los dictados de nuestra razón. Y ahora volvemos a aquella frase que dejamos a medio explicar. "Nada es bueno sin excepciones excepto una buena voluntad". El valor moral de nuestra conducta no está en los hechos que realicemos, sino en la voluntad, en su forma ¿Y qué es la forma de la voluntad? Lo que la ha movido a actuar, una buena voluntad es aquella que actúa movida por lo que su razón le marca como deber y hace esto sin buscar ningún otro objetivo. lo hace solo porque la idea de deber le inspira tal respeto que siente la obligación de acatarlo. Esta voluntad actuaría por imperativos categóricos del tipo "Haz B". Aquí ya no hay condiciones no se hace B para conseguir A, sino por sí mismo por respeto a la idea de deber.

     Según este criterio, Kant distingue tres tipos de acciones:
     - Contrarias al deber
     - Conformes al deber
     - Por respeto al deber
     Una acción es contraria al deber, como su propio nombre indica, si realiza lo opuesto a lo que mi razón dicta que es mi deber. En mi caso, en lugar de dar de comer a mis hijos, me gasto el dinero en ir de tiendas. Esta acción sería moralmente mala.
     Una acción conforme al deber es aquella en la que cumplo con mi deber pero no por el respeto que este me inspira, sino por algún otro tipo de interés o de inclinación particular. Por ejemplo, les doy de comer a mis hijos no porque sienta que es mi deber sino porque me entretiene cocinar. No es que este mal la acción, pero tampoco tiene valor moral, ya que lo que persigue no es cumplir con mi deber sino mi propio entretenimiento. La alimentación de mis retoños sería un instrumento para evitar el aburrimiento.
     Finalmente están las acciones que sí tienen valor moral. Las que se hacen por respeto al deber, sin ninguna consideración más que el de cumplirlo. En este ejemplo, a pesar de lo pesado que es plantear cada día un menú sano, de que no me gusta cocinar por obligación...Sigo alimentando a mis hijos cada día porque es mi deber.

     Viendo la acción que una persona realiza es difícil muchas veces saber si esta tiene o no valor moral, porque lo importante no son los actos realizados sino lo que ha movido a la voluntad. Pero, en cualquier caso, solo con las últimas, según Kant, tratamos a la humanidad como fin en sí misma y no como medio para otros intereses, ya que la acción no busca ningún beneficio particular, sino ser realizada porque nuestra razón nos muestra que ese es nuestro deber. Y, finalmente, solo así somo autónomos, pues actuamos guiados no por el miedo, por el egoísmo o por las convenciones, sino por lo que la razón nos dicta.

martes, 21 de abril de 2020

ÉTCAS MATERIALES O ÉTICAS FORMALES

     A lo largo de la historia se han planteado muchos proyectos éticos que podemos clasificar atendiendo a distintos criterios; pero aquí nos vamos a centrar en la clasificación que diferencia entre éticas materiales y formales.

      Las éticas materiales se llaman así porque nos dan un contenido. Me explico. Igual que en el colegio la materia de la prueba es el contenido del que te examinas, una ética material no se llama así porque aprecie el dinero o los bienes materiales de esta vida (eso sería un ética materialista y no hay que confundir los términos). Una ética es material porque nos da un contenido ¿Cuál? Pues en primer lugar define lo que es el bien. El bien puede ser la unión con Dios, la felicidad, la sabiduría, los placeres...Y, en segundo lugar establecen las acciones que deben realizarse y que lógicamente serán todas aquellas que me acercan a lo que previamente se ha definido como bueno. las que me alejan de ello, por el contrario, serán acciones que deberán ser evitadas.

      Dicho así, lo lógico es pensar que todas las éticas son materiales; pero no. Aunque menos frecuentes, también hay éticas formales. A diferencia de las anteriores, estas no tienen contenido. Es decir, no nos señalan un bien concreto y, por tanto, no nos dicen qué actos concretos debemos realizar para actuar bien. Entonces, ¿qué nos dicen? Pues la forma que tiene que tener un acto para que sea moralmente valioso.
      Para entender mejor esto voy a poner un examen un poco tosco; pero que creo que puede servir. Es probable que en casa vuestros padres os pidan que colaboréis con las tareas domésticas.


Por ejemplo, os pueden decir: si quieres salir el fin de semana, tienes que barrer tu cuarto, fregar los platos y hacer la cama. Bueno, la situación sería más o menos fácil porque tenéis claro  el bien al que aspiráis. Su contenido es muy concretoy consiste en  salir el fin de semana. Pero también están claras las acciones que te conducen a ese bien, que serían cumplir las tareas domésticas que tus padres te han asignado.

      Sin embargo, pudiera ser que vuestros padres no os pidieran eso, sino que os dijeran algo menos concreto: queremos que tengas en cuenta que no vives solo y que hagas las cosas de buena gana. Uy, en tal caso no se valora si barres o friegas, sino tu modo de actuar y el principio que ha de inspirar tus actos: tener en cuenta a los demás. Esto se parecería más a una ética formal, pues no sabemos las acciones que tenemos que realizar sino el modo. "Haz las cosas de buena gana" Pero nadie nos dice qué cosas porque lo importante no es el qué sino cómo lo hacemos.



A lo largo de la historia han habido más éticas materiales que formales. Vamos empezar con algunas de ellas.


ÉTICAS MATERIALES

El Eudemonismo aristotélico
     A diferencia de Platón, que despreciaba el conocimiento proporcionado por los sentidos, Aristóteles fue un filósofo bastante práctico que defendía que el conocimiento comienza por los sentidos, así que inició su investigación ética preguntándose cuál era el bien más apreciado por los hombres y concluyó, en efecto, que este era la felicidad. Un bien que no se quiere como medio para llegar a otro (como, por ejemplo, el dinero, que lo queremos como medio para darnos la vida padre) sino que la felicidad es un bien que queremos por sí mismo. Más aún, los otros bienes los queremos en tanto nos ayudan a ser felices.
     El problema consiste ahora en saber qué es la felicidad y cómo lograrla. Aquí Aristóteles no encontró tanto acuerdo. Para algunos la felicidad se conseguía mediante la fama y los honores, para otros mediante las riquezas; pero ninguna de estas respuestas satisfizo a Aristóteles pues fama o dinero, así como belleza o juventud, son bienes que se pueden perder con facilidad.
     Pues bien, para saber qué nos conduce a la felicidad, antes es necesario saber en qué consiste esta. Aristóteles la definió como el estado de agradable reposo que acompaña al desarrollo de las capacidades propiamente humanas. vamos a ver qué significa esto.
     Para el estagirita el bien consiste en alcanzar la perfección que le es propia a cada sustancia. Es decir cada sustancia tiene implícita, por su naturaleza, una determinada perfección, que sería como llegar a desarrollar lo que verdaderamente se tiene capacidad de ser. Por ejemplo, la semilla de olmo tiene la capacidad de ser un olmo y decimos capacidad porque aún no lo es. Cuando se convierte en ese árbol alcanza su perfección y, por tanto, el bien que le es propio. Si la semilla se convirtiera en un humano, como en la película Amanece que no es poco, estaríamos ante un suceso extraordinario; pero no podríamos decir que la semilla alcanzó su perfección, ya que ser un humano no era algo que le correspondiera por su naturaleza. Pues bien, a nosotros nos pasa igual: alcanzamos el bien cuando desarrollamos la sustancia que propiamente somos, seres humanos, y a ese logro le acompaña un sentimiento de agradable reposo que es la felicidad.

     Ahora nos tocaría otra pregunta: ¿Qué define al ser humano? ¿Cuál es su naturaleza? ¿En qué consiste esa esencia que debemos desarrollar? Aristóteles, como por casi todos los filósofos clásicos, entendía al hombre como animal racional. De manera que alcanzar nuestro bien suponía vivir según la razón. Al hacerlo, desarrollamos dos tipos de virtudes.
     Intelectuales, consistentes en el ejercicio teórico de la razón y que son fundamentalmente la sabiduría y la prudencia. A su vez, la sabiduría sería el conocimiento de los grandes principios de los que todo depende y la prudencia consistiría en saber cómo aplicar esos principios a las circunstancias concretas. Pero, claro, una vez que sé todo esto hay que quererlo llevar a la práctica y aquí aparecen el segundo tipo de virtudes: las virtudes morales. Estas consistirían en actuar según el término medio que nos dicta la prudencia ¿Nunca habéis escuchado que en el justo medio está la la virtud, que no hay que pasarse ni quedarse corto, que ni calvo ni con tres pelucas? Pues esa idea procede de nuestro querido Aristóteles.
     Efectivamente, según el estagirita, hay dos vicios que debemos evitar: el exceso y el defecto y para que se entienda mejor, veremos un ejemplo que él mismo pone en su Ética a Nicómaco. En esta obra Aristóteles se pregunta qué es ser valiente y responde que el valiente es aquel que teme lo que debe ser temido. O sea, una persona que temiera en exceso sería un cobarde; pero si no temes nada serías un temerario. Por tanto, debemos situarnos en ese término medio. Ahora bien, ¿qué hay que hacer para situarse en ese término medio? Pues Aristóteles no puede dar  una respuesta concreta ya que depende de la persona y de las circunstancias. Levantarse en mitad de la noche a beber agua puede ser un acto muy valiente para un niño de dos años; pero no para un adulto de treinta. Así que la mejor manera de aprender a actuar según el término medio que nos marca la prudencia es ver actuar a personas prudentes.
     Esa forma de actuar ha de convertirse en un hábito para que llegue a ser una virtud y lo bueno es que de este modo vamos modelando nuestra naturaleza o, mejor dicho, adquiriendo una nueva que es definida por nuestros actos, pues nadie nace generoso o sincero sino que llegamos a serlo por causa de nuestro modo de obrar y no porque actuemos así un día, sino porque se convierte en un hábito que, finalmente, hace que nos sea más fácil ejecutar ese tipo de acciones que las contrarias.

ACTIVIDAD
1. Señala tres virtudes que creas poseer y explícalas en términos aristotélicos, explicando cuáles serían los vicios contrarios por exceso y defecto. Puedes servirte de ejemplos

2. Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que se formulan

     "Hemos de observar que está en la naturaleza de tales cosas el destruirse por defecto o
por exceso, como lo observamos en el caso de la robustez y la salud; cuando comemos o
bebemos en exceso, o insuficientemente, dañamos la salud, mientras que si la cantidad
es proporcionada la produce, aumenta y conserva. Así sucede también con las demás
virtudes: pues el que huye de todo y tiene miedo se vuelve cobarde; el que no teme
absolutamente a nada, temerario; el que disfruta de todos los placeres, licencioso, y el
que los evita todos, insensible. Así pues, la moderación y la virilidad se destruyen por el
exceso y por el defecto, pero se conservan por el término medio.
     Es, por tanto, la virtud un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y
por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Por eso, de acuerdo con su entidad
y con la definición que establece su esencia, la virtud es un término medio."

(Aristóteles. Ética a Nicómaco)

¿Cómo define Aristóteles la virtud?

¿Qué papel juega en ella la prudencia?

¿Estás de acuerdo con la definición que plantea el autor? Razona si crees conveniente o no basar la vida en el principio de actuación que plantea Aristóteles y si crees que de este modo es más fácil alcanzar una vida feliz y plena.


martes, 14 de abril de 2020

UNIVERSALISM VERSUS RELATIVISM


     Now that we know what moral values are, it's time to ask about their meanings. Are they the same for all of us or can they vary depending on the individual, cultural context, society or historical period? It seems as if the second possibility were more likely to be true as we have all disagreed with some about whether something is good or not or about what we sould or shouldn't do. However, it could be said that this disagreement is due to a mistake. For example, when we do a math exam, we don't have always the same answers. However, no one would say that the problem has different solutions. On the contrary, we would think that someone or even everybody is wrong. Well, in Philosophy the idea that states that there is only one meaning for moral values is known as universalism. On the contrary, relativism states that what is good or bad changes depending on the individual or group and that there are no moral absolutes. This debate has been historically represented by Socrates versus sophists.
     Socrates lived in the s. 5th b. C. He was deeply convienced that universally valid truth existed, taht the meaning of the concepts were universal, they didn't vary and this is the case of the mooral values too. In fact, the search for knowledge, specially for the meaning of goodness, was more important than anything else because only by achieving this knowledge could one become virtuous. It is easy to understand that in order to live a good life, first we need to know what good is. But he didn't say only that. He stated somenthing more surprising, namely, if we know what goodness is, we will act in a good way. Socrates' central belief is that virtue depends on knowledge. All people desire good, therefore any evil they commit is due to ignorance of what good is. So, there are not bad people, only ignorant ones. In other words, it is impossible to know what we should do and yet doing something else, because nobody desires a bad life. However, sometimes we do mistakes, as in the case of the math exam. We considere somenthing to be good although it is not.

     The relativist's proposal is that moral judgements or values depend on the individual or society So, if we visited two different cities with different moral rules, we wouldn't be able to say who is right or wrong. In fact, we shouldn't decide it, because both are right as they both can decide what good is.
     This idea is represented by sophists. It is necessary too remember that this group of philosophers were skeptical too. They were convienced that no sure knowledge could be achieved because the meaning of justice or good isn't the same for all of us. It's like the temperature. What may seem hot to one person, may seem cold to another one, depending on what climate they come from and they are used to. So, instead of investigating the meanig of justice, good....they were interested in rhetoric and in how to be convincing. To understand why this was so important to them we have to review their political and sovila context.
Athens was a democratic society. Although women, slaves and foreign residents were not able to take part in the political decisions, Athenians citizens could do it in a direct way. I mean, not by choosing political representatives, like we do today, but by doing it by themselves. Having good skills in speaking was then a powerful tool, as it was the way to convince the others and, therefore, to have power. Sophist were more focused on how to argue instead on what truth is. It didn't mtter is what they were saying was true or not. They simply focused on making the strongest argument they possibly could
Two philosophers very influential among the sophists were Protagoras and Gorgeous

"Man is the measure of all things: of things which are, that they are, and of things which are not, that they are not"
(Protagoras) 

Activity:
Now is your turn! Which philosophical position do you agree the most?
What do you think does Protagoras' quote mean?

UNIVERSALISMO VERSUS RELATIVISMO MORAL


     Bueno, ya sabemos qué son los valores morales. La pregunta ahora es si el significado de estos es universal o relativo. Es decir si el significado de estos es el mismo para todos y para siempre o varían. Es cierto que no todos entendemos la generosidad o el bien del mismo modo. Hay preguntas para las que no nos ponemos de acuerdo. Alguien podría decir que eso ocurre porque no tienen una única respuesta; pero otros podrían decir que si hay varias respuestas alguien o todos están dando la respuesta equivocada, como, cuando al hacer un examen de matemáticas, no nos da a todos el mismo resultado. Pues bien, este debate no ha desaparecido de la filosofía. Son muchos los autores que a lo largo del tiempo se han posicionado en uno u otro bando. Aquí vamos a ver las dos posturas representadas respectivamente por Sócrates y los sofistas.
     El universalismo moral sostiene que el significado de los valores es el mismo para todos. Puede que haya distintas opiniones sobre su significado pero esto ocurre debido a la ignorancia, a que, por ejemplo, tomamos por bueno algo que no lo es. Sócrates, allá por el s. V a. C, defendió esta postura.
De Sting, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3569936.
 Dicen de Sócrates e era un hombre feo y sucio. No sabemos, lo que sí conocemos, entre otras curiosidades de su vida, fue su gran admiración, quizás enamoramiento de Aspasia de Mileto. Una mujer excepcional de la que se han perdido sus obras; pero que sabemos fue científica, retórica y hetaira. Se convirtió en amante de Pericles y, desde esta posición, gracias a sus grandes conocimientos pudo inflluir en la política de la época.
     Según este autor el significado de los conceptos es universal y esto incluye los valores morales, que no dependen del contexto ni del punto de vista o del momento, sino que su significado es siempre el mismo. Es decir, el significado de bien no varía y conocerlo es fundamental si queremos llevar una buena vida porque, en su opinión, para vivir bien hace falta saber lo que es el bien (hasta ahí fácil); pero aquí viene lo más sorprendente: si conocemos lo que es el bien, lo realizaremos. Esta es una afirmación llamativa pues parece que muchas veces, sabiendo lo que es el bien, actuamos mal. Sócrates no creía esto, no hay gente mala, sino ignorantes que toman por bien algo que no lo es, pues nadie busca el mal para sí mismo. Por eso su postura se conoce como intelectualismo moral, ya que la causa del mal moral está en la ignorancia y la causa de la virtud en el conocimiento.

ACTIVIDAD.
     Vamos a partir de una situación muy cotidiana que supongo no os costará imaginar: Un alumno que jamás estudia ni hace los deberes pese a no tener más obligaciones ni complicaciones en casa. Simplemente prefiere pasar las tardes con los amigos o jugando a vídeos juegos. Por una parte podríamos pensar que él es plenamente consciente de que lo está haciendo mal y que, a pesar de ello, lo hace, llevando así la contraria a Sócrates; pero, por otra parte,  se podría pensar que esa persona no es realmente consciente de el mal que se está haciendo a sí mismo, de la de oportunidades de las que se está privando...y que si lo fuera, no actuaría así ¿Quién libremente elegiría no tener trabajo o ser pobre? Puede que esté realizando un error de cálculo, que crea equivocadamente que sus estudios no servirán para nada. Si pudiera ver la relación directa entre su comportamiento actual y el futuro laboral no actuaría así. 
¿Tú qué crees?  ¿Piensas que Sócrates lleva razón u opinas, por el contrario, que el puro conocimiento del bien no nos lleva a su ejecución a menos que haya otro elemento motivacional?  en tal caso, ¿cuál sería? ¿Qué nos hace preferir el bien a pesar de que a veces es molesto de cumplir o puede implicar importantes sacrificios personales? Aquí lo dejo. Recordad que lo importante no es tanto la opción que elijáis sino cómo lo razonéis.

     La palabra convencionalismo procede de convención, es decir pacto, acuerdo. Por tanto el convencionalismo moral sostiene que los valores morales no tienen un único significado, sino que dependen de lo que cada grupo acuerde. Por ejemplo, el significado de justicia puede ser distinto en cada pueblo y, sin embargo, todos esos significados serían válidos. Esta postura está claramente representada por los sofistas.
     Los sofistas eran maestros de oratoria y retórica que en el s. V a. C (en la época de Sócrates) llegaron a ser muy importantes y algunos de ellos cobraban verdaderas fortunas por sus clases. Recordemos que, además, eran escépticos. es decir, sostenían que no era posible alcanzar un conocimiento seguro. Por ello, en lugar de a la investigación, dedicaron sus esfuerzos al arte de saber convencer.
     Hay, además, que tener en cuenta que la mayoría de ellos vivieron en Atenas, donde Pericles terminó de impulsar las medidas que instauraron una democracia directa. Algunos de los miembros de las instituciones, como los de los tribunales  o los miembros del consejo que preparaba las leyes,  se elegían por sorteo, otros miembros eran directamente elegidos por los ciudadanos, como, por ejemplo, los estrategas, que dirigían el ejercito. Es cierto que las mujeres no podían participar de esta vida política, ni los esclavos, extranjeros o aquellos que no tuvieran un mínimo de renta y que por esa razón hay autores a los que no les gusta llamar a este régimen democracia; pero, en cualquier caso, aquellos que sí podían participar de la vida pública se dieron perfecta cuenta de lo importante que era saber hablar para convencer a los demás. Saber expresarse correctamente era un arma poderosísima, pues era la manera de conseguir imponer nuestras ideas y de que se llevaran a la práctica o, simplemente, en una época en la que no existían abogados era el medio del que disponíamos para defender nuestros intereses o incluso la vida.


                                 "El que sabe pensar, pero no sabe cómo expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar" (Pericles)

   Como ejemplo de estos pensadores podemos citar a Protágoras, Gorgias o a Aspasia de Mileto. De esta última no se conservan sus obras; pero hay muchos testimonios que dan prueba de la influencia de su pensamiento, así como de una vida excepcional.

De Desconocido - Jastrow (2006), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1307582
     El nombre de Aspasia significa "La bella bienvenida" y, en efecto, muchos hablan de la extraordinaria belleza de esta mujer que procedía de Mileto y que con 20 años se fuue a vivir a Atenas. pero, no solo era bella, sino que, además, era muy culta, lo cual era bastante extraño entre las mujeres de la época. Sin embargo, ella fue una gran retórica y científica, sobre todo médica obstetricia. Esto le permitió labrarse una influyente posición en Atenas como hetaira que era una especie de prostituta culta y refinada destinada a hombres influyentes. Por el centro que ella dirigió pasaron, efectivamente, hombres tan conocidos como Anaxágoras o Sócrates quien, además, le enviaba a sus propios alumnos por considerarla una excelente maestra en retórica y filosofía. Pero su vida dio un importante giro cuando conoció a Pericles quien quedó rendido ante esta mujer y abandonó por ella a su esposa. Durante esta relación, Pericles se dejó aconsejar por su inteligente compañera en cuestiones tan importantes como la guerra de Samos.
     En esa época en la que las mujeres carecían de derechos Obviamente a la mayoría de los atenienses de la época no les gustó nada que una mujer llegara a alcanzar tanto poder, por lo que las críticas y referencias su pasado fueron una constante. Sin embargo, aquí la vemos por su indiscutible capacidad y talento. Aspasia se rodeó de los más ilustres pensadores de su época y era capaz de discutir con ellos en términos de igualdad. Fue protectora de Protágoras y tanto Sócrates como Platón reconocieron su influencia. Además era una experta oradora. De hecho se dice que le escribía los discursos a Pericles. por si esto fuera poco, Aspasia estudió medicina, obstetricia y cirugía principalmente y, aunque sus obras se han perdido,  se sabe de ellas gracias a la influencia que ejerció en otros médicos, como en  Aecio de Amidas.

ACTIVIDAD:
     El convencionalismo sofista conduce a una postura relativista según la cual  los valores morales pueden tener distintos significados en función del contexto cultural o social y ser todos ellos válidos. Pues biien, te toca valorar críticamente esta postura. Si estás de acuerdo con ella da tu razones y contesta, además, a la siguiente cuestión: Si el significado de "bueno" puede variar de una persona  a otra o de un pueblo a otro, ¿cómo es posible la comunicación? ¿Cómo es posible discutir si X es o no bueno si cada uno entiende por bueno algo distinto?
Si no estás de acuerdo con esta postura propón la forma de decidir qué significado debemos adoptar cuando hay discrepancias y por qué medios podemos saber cuál es el correcto.